La fábrica actual. En la ampliación están invirtiendo 147 millones de dólares.
La producción agrícola argentina tiene un enorme potencial para seguir creciendo. Y la tecnología jugará un rol fundamental en eso. Está claro. El uso de los fertilizantes es uno de los aspectos clave del proceso. Argentina es un gran productor de fertilizantes nitrogenados, con la compañía Profertil como bandera. Se trata de una sociedad entre la canadiense Agrium e YPF, que tiene su enorme planta de producción y puerto de exportación en Ingeniero White, cerca de Bahía Blanca. Allí se producen 1,1 millones de toneladas de urea granulada y 750.000 toneladas de amoníaco. Pero esta capacidad instalada de producción crecerá un 11% y 21%, respectivamente, cuando en noviembre de este año se inaugure lo que en la compañía llaman “La Isla”.
Se trata de un nuevo espacio dentro del parque que será responsable del aumento de producción, que además se hará consumiendo 6% menos de agua y 24% menos de energía eléctrica, lo que dará como resultado un uso de gas 10% menor por tonelada producida. Justamente el gas (un insumo crítico en la Argentina en los últimos años), el agua, el nitrógeno atmosférico y la energía eléctrica, son los ingredientes necesarios para el proceso de fabricación de urea.
La ampliación de la planta, que comenzó en marzo del año pasado y requirió una inversión de 147 millones de dólares, incorpora herramientas de última generación, que brindarán mayor capacidad de producción, en un proceso más eficiente. Pablo Pussetto, gerente comercial de Profertil y presidente de Fertilizar, explicó que, entre las ventajas principales, estará la de tomar menos energía eléctrica de la red nacional, más considerando que la planta trabaja las 24 horas. Y, como se usará menos gas por tonelada producida, se aprovechará mejor un recurso no renovable, que se produce en el país pero que también se importa en grandes dosis en los últimos años.
La limitante del gas obligó a una fuerte reingeniería de este nuevo espacio en la planta, porque la primera etapa, que se inauguró en 2001, se diseñó cuando el país era excedentario en la producción de este recurso. Posiblemente la Argentina vuelva a serlo, cuando se pongan en operación yacimientos con altas reservas, como Vaca Muerta, pero el ahorro, y la búsqueda de la eficiencia, es hoy casi una obligación.