En Estancia La Juanita, de José Lorenzino, mostraron cómo optimizar la aplicación de productos a través de las “Mejores prácticas de manejo” de nutrientes.
La necesidad de información es notable. Unos doscientos productores y asesores técnicos presenciaron en “La Juanita”, uno de los campos de José Lorenzino en Juan W. Gez, una demostración a campo sobre cómo alcanzar eficiencia en el uso de nutrientes a través de mejores manejos y la correcta elección de la tecnología adecuada disponible en Argentina.
Tecnologías de aplicación de fertilizantes sólidos en superficie fue el tema de la jornada auspiciada por varias firmas de insumos y maquinaria y el Ministerio del Campo. Mirta Toribio, especialista de la empresa Profertil, habló sobre mejores prácticas en el manejo del maíz, con especial atención en el necesario análisis de suelo.
Andrés Méndez, del INTA Manfredi, expuso sobre la maquinaria disponible en el mercado para la aplicación de fertilizantes y mostró un estudio que registró la diferencia promedio de mil kilos por hectárea más, al aplicar igual dosis de nitrógeno en la siembra que en etapas de floración.
Todos los trabajos agrícolas realizados en este campo se practicaron con agrocomponentes para “agricultura de precisión”, que consiste en usar tecnología para obtener datos georeferenciados de los lotes y delimitar zonas de manejo.
Para Toribio, los análisis de suelos “son la mejor herramienta disponible para determinar la capacidad de la tierra de proveer nutrientes y realizar recomendaciones apropiadas”. Dijo que los nutrientes más limitantes para producir maíz son el nitrógeno y el fósforo, aunque advirtió que el uso continuo de ellos lleva al déficit del azufre.
La técnica reveló además que en los últimos años se registraron síntomas de deficiencias en potasio, del que se requieren concentraciones muy altas, y de zinc, por el aumento de dosis de potasio en la línea de siembra, una “interacción negativa”.
Habló también del momento correcto para aplicar nutrientes. Por ejemplo, dijo que la demanda de nitrógeno del cultivo de maíz aumenta marcadamente a partir del estado de 5 a 6 hojas desarrolladas, unos 30 a 50 días después de la germinación.
Estudios comparativos señalaron que en suelos con mayor potencial de lavado de nitratos, como los que se presentan al sur y oeste de la Región Pampeana Central, los mayores rendimientos se obtuvieron con fertilizaciones en plantas con 6 hojas.
Toribio indicó que otra forma de mejorar la sincronía entre la aplicación y la absorción del nitrógeno, es usando productos que aumenten la eficiencia en el uso de fertilizantes, como los lentamente solubles, o aquellos con algún producto que mejore la estabilidad del nutriente (inhibidores de la nitrificación o de la ureasa, “eNeTotal”, entre otros).
Por otra parte, consideró que el momento de la aplicación del fósforo es en la presiembra y al voleo o durante la siembra y en la línea: “Este elemento, al ser un nutriente no móvil, da la posibilidad de aplicaciones a largo plazo, pensando en una dosis que abarque la rotación de cultivos, con lo que se abarata el costo de aplicación”.
En cuanto al azufre, precisó que tiene la misma dinámica que el nitrógeno en el suelo, ya que la materia orgánica es la principal fuente de ambos nutrientes. Su aplicación se hace incorporado a la siembra o al voleo después de ella, aunque se extiende hasta cerca de la hoja 6, momento de mayor demanda de este elemento.
La forma correcta de aplicar fertilizantes fueron otros de los consejos de la técnica de Profertil. Dijo que en los sistemas de siembra directa, la localización superficial del fertilizante nitrogenado, por debajo de la cobertura de rastrojos y a pocos centímetros de profundidad del suelo, puede considerarse la forma de aplicación más eficiente.
Cuando no es posible esto, advirtió, la fertilización se hace superficialmente al voleo o en bandas, con lo cual el fertilizante queda expuesto a sufrir pérdidas por volatilización del amoníaco.
En tanto, la aplicación más usada de fertilizantes fosforados es en la línea de siembra: “Pero en los últimos años se observó que en ciertas circunstancias la aplicación al voleo tiene la misma eficiencia de uso que en la línea”.
Precisó que en siembra directa, la aplicación al voleo antes de la implantación del cultivo, “constituye una localización apropiada para los fertilizantes fosfatados bajo diversas condiciones, como por ejemplo dosis elevadas de fósforo”.
En cuanto al azufre, advirtió que no todo puede aplicarse a la siembra, porque algunos fertilizantes a base de sulfatos aplicados en la línea producen daños en la germinación por efecto salino: “No debe superarse una dosis de 15 kilos por hectárea de azufre (S-SO4) en caso de no disponerse de máquinas que ubiquen el producto al costado o debajo de la línea”.
El azufre de baja solubilidad, como el yeso o el azufre elemental no tienen este problema.
Maquinaria en vivo
En el campo de Lorenzino también hubo una muestra activa donde se mostró el trabajo que realizan las máquinas fertilizadoras de las marcas Yomel y Fertec, con productos sólidos y en superficie, a cargo de los técnicos de ambas firmas, Facundo Fernández y Luis Meineri.
El dato que más llamó la atención a los productores locales de lo expuesto por Méndez del INTA Manfredi, fue la innovación desarrollada para crear un sistema de amortiguación hidroneumático en las sembradoras que realiza un mejor copiado del terreno y permite una mayor uniformidad en la profundidad de siembra.
Esto también disminuye los efectos de la siembra a velocidades elevadas: “Es común ver un cuerpo de siembra que tiende a saltar a mayor velocidad y variabilidad del terreno”.