La cuarta revolución industrial ya está con nosotros y engloba a la inteligencia artificial, robótica, Internet de las Cosas, vehículos autónomos, impresión 3D, nanotecnología, biotecnología, ciencia de materiales, almacenamiento de energía y computación cuántica y que están re definiendo industrias enteras y creando de cero otras nuevas.
Cuando se fundó lo que sería la principal potencia agrícola del mundo, Estados Unidos, la mitad de la población ocupada tenía empleo en la agricultura. Hoy, es una industria que factura USD 3.000 M pero sólo el 2% de los estadounidenses viven del campo.
Esto es, en muchos sentidos, gracias a la tecnología. Pero esto, paradójicamente, también ha frenado las cosas en el siglo XXI. Con sólo unas pocas personas trabajando en cada establecimiento, no hay mucho tiempo – o incentivo – para innovar.
¿Demasiada velocidad? No parece. Sobre todo si uno mira el escenario futuro. Esto lo advirtió Gonzalo Ramírez Martiarena, CEO de LDC (Louis Dreyfus Company): “Estamos ante la revolución más importante de la agricultura de la China moderna”. ¿A qué se refería? A la decisión del gobierno chino de dejar de: subsidiar la producción y acumular grandes cantidades de stocks. Además de confiar en que existen países en el mundo (Rusia, Ucrania, Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina) cuyo objetivo es producir alimentos para otros países, entre los cuales esta China y comprando algunas empresas con el fin de originar parte de sus necesidades en los países que producen esos alimentos, así como otras que apuestan al desarrollo de… sí, claro, la tecnología productiva.
“Esto es todo un plan maestro”, afirmó Ramírez Martiarena. Y sentenció “a la velocidad que se vienen dando los cambios, es difícil imaginar que las empresas que exportaban commodities agrícolas en el pasado reciente, continúen haciendo lo mismo en los próximos cinco años”. Sí, leyó bien: 5 años, o sea, mañana.
Estos son algunos de los tips orientados a sostener que la cuarta revolución industrial ya está con nosotros y que engloba a la inteligencia artificial, robótica, Internet de las Cosas, vehículos autónomos, impresión 3D, nanotecnología, biotecnología, ciencia de materiales, almacenamiento de energía y computación cuántica y que están redefiniendo industrias enteras y creando de cero otras nuevas.
Hay 4 principios que caracterizan esta revolución: pensar en sistemas, no en tecnologías aisladas; educar y empoderar a comunidades e individuos para que dominen las tecnologías con fines productivos, en vez de ser dominados por ellas al servicio de fines ajenos; diseñar tecnologías y sistemas nuevos con visión de futuro, en vez de aceptar sin más los cambios según aparezcan y, por último, nuestros valores compartidos deben ser el elemento central de todas las tecnologías nuevas.
Y por casa, ¿cómo andamos?
Hoy los expertos del sector público local que piensan en el futuro de la agricultura se focalizan en conocer las características de ambientes, cultivos e interacciones biológicas para lograr sistemas agrícolas competitivos, sustentables y factibles.
Para lograrlo hay como una suerte de hoja de ruta con varios focos:
– Primer foco: el ambiente. Los especialistas analizaron la influencia de diferentes factores –profundidad de suelo y de napa freática; riesgo de heladas; ubicación topográfica y pendiente del terreno– en las variabilidades de rinde. Luego, cruzaron los factores, definieron cinco tipos de ambiente e identificaron rotaciones y manejos de cultivo específicos para cada uno de estos.
– Segundo foco: aplicar solo lo necesario. Desde hace más de una década, técnicos del INTA Rafaela –Santa Fe– producen soja con buenas prácticas agrícolas y evalúan la aplicación de los principios del Manejo Integrado de Plagas (MIP) en un lote de 100 hectáreas. En los bordes cercanos al periurbano local, siembran alfalfa sin plaguicidas. En los lotes de soja de siembra temprana y de segunda, se efectuaron sólo tres aplicaciones –dos de insecticidas y una de fungicida– en más de una década, cuando el promedio para los campos de la zona era de tres por campaña por lote.
– Tercer foco: rotaciones y cultivos de cobertura. Ambas prácticas van de la mano y, bien planificadas, redundan en sustentabilidad y uso eficiente de recursos e insumos. Como bien reconoció Guillermo Studdert, docente investigador de la Universidad Nacional de Mar del Plata en la Unidad Integrada Balcarce, “es absolutamente necesario que actores y decisores productivos estén predispuestos a hacer manejos que tiendan a preservar los capitales suelo y ambiente y piensen no sólo en la rentabilidad a corto plazo, sino también en su buena salud para el futuro”.
– Cuarto foco: fertilizar con buenas prácticas. Como se sabe, en los últimos años, los suelos de la Región Pampeana sufrieron la caída de los niveles de materia orgánica y de nutrientes como fósforo, nitrógeno, azufre y potasio debido, en gran medida, a la realización de un cultivo con elevada extracción y baja reposición, a la escasa fertilización y a un alto porcentaje de lotes arrendados. Como plan a largo plazo para minimizar el impacto, especialistas del INTA proponen rotar cultivos y fertilizar con buenas prácticas para balancear la oferta de nutrientes con la demanda de cada cultivo y sincronizarlas.
– Quinto foco: mejoramiento genético. Las producciones agrícolas comienzan antes de la siembra con un análisis de los recursos biológicos disponibles y la elección de un cultivar adecuado a las circunstancias. El INTA es responsable de casi el 50% de las creaciones fitotécnicas inscriptas en el INASE (Instituto Nacional de Semillas).
Queda pendiente saber… y vos ¿por dónde andás?