La fertilización nitrogenada es fundamental para disminuir la huella de carbono.

Los resultados muestran que los niveles de emisión de CO2 eq/producto de nuestra cadena se encuentran por debajo de los valores internacionales y que la fertilización nitrogenada es el punto más importante sobre el cual se debe actuar para disminuir la huella de carbono a campo.

ArgenTrigo, en convenio con el INTA y el INTI, presentaron el 22 de marzo los resultados del cálculo de la huella de carbono de cuatro productos de la cadena de trigo argentina: 1 tonelada de grano de trigo a campo, 1 tonelada de trigo en el puerto de exportación, 1 kg de harina, 1 kg de pasta seca de sémola.

Existe una preocupación creciente por el cuidado del ambiente, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y el calentamiento global. En este sentido, las empresas del agro constantemente buscan incorporar políticas y procedimientos para contrarrestar los efectos del cambio climático.

El Protocolo de Kioto es un acuerdo internacional que entró en vigor en 2005 y que tiene por objetivo reducir las emisiones de seis gases de efecto invernadero (GEI). La reunión oficial de todos los Estados parte del Protocolo de Kioto es la Conferencia de las Partes (COP). En la COP realizada en París en 2015 (COP 21), se estableció un marco global para evitar un cambio climático peligroso, denominado “Acuerdo de París”.

La mayor parte de los países desarrollados e instituciones supranacionales fomentan y valoran la comunicación voluntaria de la huella de carbono como un primer paso. Argentina ha suscrito estos acuerdos y los efectos de sus disposiciones le son plenamente aplicables.

El equipo del INTA y del INTI llevan varios años estudiando estos temas, y participan en la Plataforma Huellas Ambientales del INTA, que mide la huella de carbono en las cadenas de valor agroindustriales.

Uno de los resultados más interesantes fue que la fertilización nitrogenada es el punto más importante sobre el cual se debe actuar para disminuir la huella de carbono a campo. Una de las maneras de lograr este objetivo es la introducción de leguminosas en la rotación de cultivos. El segundo punto en importancia para la reducción de la huella de carbono es el consumo de gasoil en los procesos de producción agrícola. Para ello, es clave la elección del sistema de laboreo, así como del tractor adecuado y su mantenimiento. Pensando a largo plazo, una alternativa productiva potencial serían los cultivos perennes de trigo, ya que no sería necesario sembrar cada año, como así también los motores de bajo consumo y emisiones.

Una de las conclusiones es que todas las estrategias orientadas a mejorar los rendimientos van a disminuir la huella de carbono de la cadena del trigo. Esto puede transformarse en un incentivo para que cada vez más productores sumen mayor nivel tecnológico a su producción. Los resultados muestran que los niveles de emisión de CO2 de nuestra cadena se encuentran por debajo de los valores internacionales. Esto, acompañado de políticas nacionales permitiría lograr un mejor posicionamiento de nuestras exportaciones frente a nuestros competidores, y la apertura a nuevos mercados.

Fuente: Argentrigo – INTA – INTI