En el marco del “Día de la Conservación del Suelo”, el próximo 7 de julio, un trabajo realizado por los ingenieros agrónomos Agustín Báez, Jimena Berriolo y Gustavo Giaccio de la Chacra Experimental Integrada de Barrow (CEI), reflexiona sobre la importancia de este recurso en el desarrollo de los países, de las regiones, su vinculación con la vida misma y lo peligroso que puede ser la intensificación agrícola ante la ausencia de prácticas conservacionistas.
La fecha de la celebración fue establecida en 1963 por decreto presidencial en memoria del Doctor Hugh Hammond Bennet. En el informe especial del INTA Barrow se destaca que la salud del suelo es clave para el mantenimiento de la calidad de vida de los seres humanos, según informó La Voz del Pueblo, de Tres Arroyos.
Actualmente, el llamado “mercado climático” influye en los granos, con las sequías y temperaturas elevadas en el hemisferio norte, lo que origina aumentos de precios de los principales commodities, algo que, pese a que impacta de modo positivo en Argentina, lleva a repensar cómo hacer para conservar al principal recurso, el suelo.
A todo el contexto anteriormente descripto, se agrega el dato del crecimiento de 9 millones de hectáreas de superficie cultivada y las 54 millones de toneladas de producción que experimentó Argentina en los últimos 15 años, razón por la cual queda claro la gran responsabilidad que se debe tener en el cuidado del recurso suelo, ya que la vulnerabilidad aumenta a medida que se incrementa la explotación e intensificación.
La disminución de los contenidos de fósforo, materia orgánica, entre otros elementos menores, y el aumento de la acidez de los suelos por descenso del pH muestra una señal de alarma.
Si bien el suelo es parte del problema del cambio climático también puede ser parte de la solución, el cuadro general es claro, a través de la adopción de una correcta gestión de prácticas de manejo del suelo que garanticen el aumento y mantenimiento de carbono en el suelo.
El doctor Bennet fue un investigador estadounidense que trabajó constantemente en busca de la preservación del recurso natural suelo, cuya importancia es vital para la producción agropecuaria.
El mensaje central que se pretende ofrecer es que, “más allá de las actuales regla de juego y las decisiones políticas que presionan sobre el precio y afectan la toma de decisiones; es necesario reforzar la importancia del cuidado del suelo, las rotaciones y el rol que tienen los cereales de invierno como el trigo pan, trigo candeal, cebada cervecera y avena complementado con los cultivos de verano, principalmente sorgo y maíz, para mantener el equilibrio de los sistemas de producción”.
La importancia de la materia orgánica del suelo (MO) es ampliamente conocida por una serie de ventajas que va más allá de proveer nutrientes únicamente. Un resumen de las principales funciones son las siguientes:
* Es la principal reserva de nutrientes esenciales para los cultivos (nitrógeno, fósforo, azufre y micronutrientes).
* Mejora la estructura facilitando la formación de agregados, mejora la infiltración del agua aumentando el almacenaje y permite una mayor aireación (atenuando efectos del planchado, encharcamiento, erosión por el agua y por el viento). Disminuye las posibilidades de compactación.
* Es la principal fuente de energía básica (mezclas heterogénea de moléculas reducidas de carbono) para los organismos numéricamente más importantes del suelo denominados heterótrofos, sin ella se detendría la actividad bioquímica.
* Actúa como “cementante” de las partículas minerales, facilitando la realización de las labores.
* Reduce el impacto ambiental de pesticidas y otros contaminantes. Cuando el pesticida llega al suelo una proporción es degradada por los microorganismos y parte se adsorben con diferentes fuerzas en lugares de enlace de los coloides orgánicos e inorgánicos del suelo (materia orgánica y arcilla).
* Recientemente, la MO ha recibido una atención adicional debido a su potencial de secuestrar el carbono disminuyendo los incrementos de dióxido de carbono a la atmósfera, como una forma de mitigar los efectos del cambio climático.
Por esta razón, no debemos olvidar que cada 1% de MO en 20 centímetros de suelo con densidad de 1,1 ton/m3 contiene: 22.000 kg/ha de MO, 12.000 – 13.000 kg/ha de Carbono, 1000 -1200 kg/ha de Nitrógeno (N), 90 -120 kg/ha de Fósforo (P), y 90 -120 kg/ha de Azufre (S).
En relación a la secuencia de cultivos de los cuatro partidos del área de la CEI Barrow (Tres Arroyos, Gonzales Chaves, San Cayetano y Coronel Dorrego) y tras un análisis de los datos obtenidos por la “Red de Información Agropecuaria Nacional” (RIAN), a través de las transectas realizadas para estimar uso del suelo, mediante el relevamiento de 2500 lotes georeferenciados, se determinaron los principales antecesores del cultivo de soja de primera.
Fue notoria la expansión del cultivo de soja en la región, convirtiéndola en el cultivo con mayor superficie sembrada de los últimos años, conjuntamente con una disminución de la superficie de trigo pan, girasol y maíz, principalmente.
De prevalecer la soja en las secuencias de cultivos en la zona, el balance negativo de nutrientes entre lo que se extrae del suelo y lo que se repone seguirá en aumento.
Según estimaciones realizadas por Roberto Casas y Gustavo Cruzate de INTA Castelar, se repone con la fertilización el 35% del total de nutrientes extraídos por los seis principales cultivos de granos.
La información generada en la CEI Barrow muestra claramente la pérdida de MO en secuencias donde prevalece la soja (Forjan y Manso, 2011). Los principales resultados indicaron que la secuencia de cultivos trigo-soja mostró una disminución de la materia orgánica del suelo de 4,12 a 2,9% en un período de 12 años, en contraposición de una rotación trigo-maíz donde la MO se mantuvo en los mismos niveles iniciales.
A continuación el cuadro que muestra los principales antecesores del cultivo de soja de primera para la campaña 2010/11.
Antecesor %
Trigo 31,9%
Cebada 6,8%
Soja 2da 29,4%
Girasol 2,3%
Maíz 3,6%
Pastura/Potrero 6,3%
Soja 1ra 14,2%
Sorgo 1,8%
Otros* 3,6%