Se celebra en nuestro país desde 1926, conmemorando el primer envío, al extranjero, de un cargamento de trigo producido en Argentina. El mismo, tuvo lugar en el puerto de Rosario en 1878, durante la presidencia de Nicolás Avellaneda, quien fue el encargado de informar tal novedad.

 

Esa primera exportación, fue el resultado de la política de intercambio comercial llevada a cabo por Avellaneda, quien había asumido los destinos del país en 1874.

La palabra cerealista, encarna virtudes tales como transparencia, consenso, compromiso, arbitración ante la duda. 

Define una tradición acuñada y transmitida por generaciones a lo largo de toda la cadena de valor que comienza en el productor y concluye en la exportación.

La mercadería que pasa por sus manos tiene un valor intrínseco, pues en el interior de una semilla o de un producto elaborado con ella; están incorporados el conocimiento, la investigación, la inversión de los criaderos, la biotecnología, las innovaciones de la industria y la lista se hace interminable.

Es fundamental recordar  que, las 40.000 toneladas de granos que cargan, requieren de casi 9.000 de fertilizantes. Sólo se repone el 37%. Una hipoteca para la agricultura.

Cada barco de soja que zarpa de puerto argentino, es un gran aporte para la economía del país. Sin embargo, tras esos miles de toneladas de grano que se van, queda un espacio vacío: el de los nutrientes que no se reponen al suelo. En definitiva, evitar la degradación de los suelos cultivados  es uno de los mayores desafíos de largo plazo que tiene hoy nuestra agricultura.

En esta fecha tan importante para el sector, el equipo de Profertil quiere saludar a los cerealistas en su día.

 

Fuente:  Profertil